enero 02, 2007

La pasión

La Pasión es una batalla
Es una mujer con los ojos cerrados,
Es un hombre altanero, es un tango.

La pasión es mentirosa
y busca en los rincones un pretexto.

Se aprece como cosquilla en las bocas vigorosas,
En las manos gastadas de los buenos amantes,
En los ojos recorridos de los viejos,
En las heróicas batallas de antes.

Yo busco por pasión que me pinte de sangre,
por leyendas que hagan caminos de fuego.
Estoy buscando por incendios
en la inocencia, en la irreverncia.
En mi vida y en mi cama, en mi experiencia.

La pasión es algo que ama, algo que enciende.
La pasión, mata.

psiquiátrica

El amor es una contradicción en si mismo. Es una nausea profunda. Es un milagro que proviene de las cavernas del infierno. Es un castigo celestial. El amor maldito y sus benditas agonías son para mí una enfermedad sin remedio, una locura sin receta.

Trazos

Con mi pincel voy pintando tu mirada
voy haciendo tus caderas anchas y tu cintura pronunciada.
Con la pintura te acaricio los temores, te coloreo las amarguras, te voy poniendo sabores.
En el lienzo se va dibujando una gitana morena, con una falda morada y piel de cera.
con mi pincel yo te llevo a una playa mojada y te doy con mis trazos un montón de pasiones.

Querencia

Querencia.
Olga Rosenberg.
Noviembre.2004

Lo que cometes al besarme
Es una leve negligencia,
Pues olvidas en mi boca
El sabor de tu violencia.

No hay ninguna razón
Que justifique mi existencia,
Si en mis noches azuladas
Tengo que sufrir tu ausencia.

Por eso me atrevo a decir
Que mi amor es una dependencia,
Mi pasión una latencia
Y mi mente una incoherencia.

El llorar de tanto amarte
Se ha vuelto una recurrencia,
El amarte a tal escala
Se esta convirtiendo en dolencia.

Yo te amo con vigor
Y tú con indiferencia,
Entre tú y yo
Esa es la diferencia.

Aclaro que estoy cansada
De sentirme en competencia,
El amor, mi amor,
No se trata de eficiencia.

Es sabido que entre nosotros
Eres tú la gran potencia
Pero no permitiré
Ni una pizca de prepotencia…

Aunque no puedo negarlo
Contigo no tengo carencias,
De los vicios y placeres
Eres tú mi preferencia.

Es besarte, es adorarte,
Es ver tu sola presencia,
Una constante advertencia
De optar mejor por la abstinencia.

Es amarte, es amarte,
Es amarte con demencia
Lo que patea a mi elocuencia
Y lo que me da creencia.

Lo que cometes al besarme
Es una leve negligencia,
Cuando olvidas en mi boca
El sabor de tu violencia…

Motel.

Se habían encontrado en un cine que hallaron demasiado lleno de gente, se pasearon unos minutos y decidieron dejar el protocolo para otro día pues traían el apresuro de aquellos que solo fingen que les sobra el tiempo.
Caminando al auto él le dijo con las palabras empalmadas y casi echando a correr -Voy por unos chicles, ¿me esperas?- y se fue sin esperar la respuesta, dejándola parada en medio de la avenida más transitada de la ciudad con la minifalda que había escogido para estrenar ese día. Pasaron unos minutos y él regresó con refrescos. –No había chicles- ella sólo reía, ¿no hubiera sido mucho menos complicado decirle que iba por unos condones, y ya?
Veinte minutos después llegaron a su destino, un motel iluminando con luces neón su letrero. Un tipo se acercó muy discreto y él hizo la pregunta a todas luces, - ¿Cuánto cuesta el cuarto?- Ciento veinte pesos por cinco horas costaba. -¿No traes veinte pesos?- preguntó, y ella se quería hundir en el asiento. El mismo tipo los dirigió a la habitación que chequeó antes de dejarlos pasar y se fue como quien termina de hacer su trabajo. ¡Que frescura para un asunto tan delicado!
Entraron a la habitación en silencio, con los nervios en el pecho sin saber a ciencia cierta en que momento llegaron. Él depositó una botella de tequila y los refrescos en la mesa de vidrio en la que esperaban dos botellitas de agua purificada. Ella, se sentó en el borde de la cama sin saber muy bien que hacer, miró a su alrededor para descubrir lo que había en el cuarto y notó que seguía oscuro, se paró y encendió la luz, entró y salió del baño con igual apresuro, sirvió las bebidas que habían traído en una bolsa de plástico, le extendió la suya y volvió a sentarse en el borde de la cama sin saber muy bien que hacer. Olvidaron los detalles.
Y fue entonces que se amaron. Por primera vez se amaron como quien se conoce desde hace mucho tiempo. Ella lo tomó de la camisa, lo miró, ardientemente lo miró y entonces desabotonó su camisa elegantemente, disfrutando de cada instante congelado en fuego. Besó su pecho moreno con olor a piel latina, lo acarició por la espalda, lo abrazó fatalmente y lo besó en la boca como hacía mucho tiempo que él no había sido besado. Se desvistieron con ritmo a guitarra gitana, se tiraron en la cama y bailaron por primera vez, como lo harían por muchas noches más a partir de esa luna menguante.
El sudor iba mojando sin cautela sus sensaciones, pintándoles en la mente una playa de noche. Él la poseyó bruscamente confundiendo su placer con su dolor femenino, se arañaron, en mordieron, se tocaron hasta los pudores, se escondieron en el mundo etéreo de los amantes.
El cabello de la bella dama hacía una tormenta oscura en la almohada, enredado como telaraña, largo, largo como el sentimiento alborotado de esa noche, el mismo cabello que acarició las piernas, los ojos, la espalada, el pecho, el alma de él, haciéndole sombra a sus besos apasionados.
Disfrutaban del abismo del éxtasis sexual que es mortal como un veneno, un veneno que se mete por los poros y corre rápidamente por la sangre misma en caudales, en oleadas, en huracanes.
Él vivía el momento, ella se olvidó del tiempo saciando su sed de amar con el corazón. Una mano recorrió un cuello, unos hombros, una pelvis; otra unos muslos, una espalda, una boca. Los cuerpos se confundían a esas alturas así como los jugos, los gritos y los miedos. Dios miraba, dicen, y ellos lo alcanzaban en la cama.
Desde ese momento se convirtieron en cómplices de amor, en adictos de si mismos, de sus lujurias y sus enigmas, adictos a la adrenalina de descubiertos en los días desnudos bajo la sombra del silencio. Nunca se librarían de esa extraña sustancia compartida. Ya la habían intercambiado, ya se habían hecho hermanos, esposos, amantes eternos. No se salvaron del pecado capital.
Se tomaron de las manos fuertemente y así firmaron su juramento (sin palabras, corporal, mímico) de matar en esa noche a cualquier futuro entretenido. Eso era el cielo mismo.
-Oye- dijo ella – Feliz Cumpleaños-

Sensualidad descubierta...

Mi cuerpo, con sus curvas, la suavidad de su carne, con sus límites que cada día se va empeñando en rebasar. Con sus deseos y sus fantasías, con sus vicios. Se excita lento, pero bien, es capaz de llegar al éxtasis más imposible, mas lejano del cuerpo dormido en el que siempre se esconde.
Mi cuerpo, que apenas si conozco, y apenas lo acabo de notar, que pide ser explorado, saciado, tocado por quien sepa tocarlo.
Mis hombros, que sienten el roce del cabello suave, mi cuello, para el que es demasiado, mi boca que siente cosquillas, mis piernas, la carne dura que me excita, que anuncia la acción, la espalda que es un romanticismo a flor de piel, mis pechos puntiagudos en su forma natural, con sus pezones empequeñecidos y duros, dispares. Acaricio mi estomago y siento algo en el codo.
Y ahí… en donde entre mas adentro mas me muero… de placer. Entre mis tibiezas y entre mi jugos todo se pone intenso, mis manos aquí y allá, moviéndose como quieren, como se les pide, como mi cuerpo quiere.
En mi mente por primera vez, yo misma, tocándome… yo misma disfrutando de mi ser, de mi belleza.
Juego conmigo, me consiento, me tomo mi tiempo, , , gimo, tiemblo, no respiro, aprieto, suelto, separo, sobo, exploro muchos lugares, , , subo, , , Llego a un medio clímax, y descanso.
Eso es suficiente para mí, eso fue amar, amarme.
Y de fondo Eros Ramazzoti en concierto, quien se ha convertido en mi cantante sensual predilecto.

Carta a un amante.

Recordando una vieja carta, que esta llena de sentimientos que nunca pasan de moda...


Carta a un amante.
(Olga Rosenberg)


Lo nuestro es una pasión suspendida en el aire, sin nada, sin fuerza primaria, no es más que una aventura que no vino de ningún lado y a ningún lado se irá. Porque no apostó nada, ni se enraizó en tu corazón como en el mío... mas mi corazón y yo no tenemos nada que ofrecerte.

Mi naturaleza me exige entregar la sangre cuando el alma esta en éxtasis, pero si la aventura fue eso desde el principio y así será el final, el éxtasis duele.

De mi primera necesidad de hoy (de ti) no hay más que películas nocturnas, sueños e hilos muy finos, muy débiles, casi invisibles que nos unen del pecho y la cadera; de las manos y la frente nunca nos unió nada.

Como siempre es el tiempo el que traiciona y el espacio que se equivoco al acomodarnos. Contra eso ¿quien lucha?
Nadie. Nos da miedo o pereza, incomodidad.

Suelo dejar las historias sin final para no hacer bien ni mal a nadie, dejo que el universo si es que se enteró, decida; pero hoy me niego a lo inevitable. Quiero dejar esperanza, luz, fuerza de algún lado. Quiero prevenir la traición de la vida y amarrarte esos hilos al cuello y a los pensamientos viejos mas no olvidados.

Pero se que por más que reclame y por más que te hable desde el corazón (siempre rojo) y por más que te cante cada canción que habla de ti; aunque patalee y llore y grite en silencio... por más que te diga que te quiero con le alma las cosas no cambiarán.

Solo quiero que te enteres con cada una de estas letras que te quiero, como a nadie, como nunca. Porque me devuelves el fuego de mi cintura y fertilizas en mi el sentimiento ridículo de emoción al verte. Porque haces un placer lleno de pureza el pecado de hacer el amor.
Todo eso, pero por instantes, por segundos perdidos que cuestan muy caros y casi no se consiguen. Como droga.

Mi piel al saber de ti se eriza, mis pulmones se comprimen, mi vientre se asusta de ceder porque lo desarmas. Y mis labios... mis labios te besan incluso si no estas aquí. En mi éxtasis, casi siempre ficticio.

Hablo en serio. Te quiero como jamás quise a nadie, con una extraña sensación del alma desgarrada, pero mas completa que nunca.

No me atrevo a decirte que te amo porque no quiero amarte, no quiero llorar lo que desde el inicio estaba destinado a padecerse...

demasiada nada

Demasiado trivial para que te lo cuente, No germió el amor.
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No es tan complicado como parece, fue solo un ardor fugáz.
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Demasiado violento para que te lo oculte...fue una pasión.
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No sabes lo bien que se siente no llorarte nuna más.